- El torrelaveguense, firme candidato a medalla, disputa, a partir de las 15.22 horas, la final de 800 en el Mundial de Tokio
Una estrella brilla con cada vez más fuerza en el firmamento del atletismo español y amenaza con asaltar el trono mundial en Tokio 2025: se trata de Mohamed Attaoui, que sueña con la medalla este sábado (15.22 horas) en la final de los 800 de los Mundiales tras firmar unas espectaculares semifinales que le dieron la clasificación directa a la carrera por el título.
El cántabro de 23 años subió al podio este año en tres Diamond League ante los mejores del mundo, con victoria en París, segunda posición en Oslo y tercera en Lausana. Además, fue quinto en los Juegos de París 2024 y la experiencia acumulada le está permitiendo rendir cada vez mejor.
Su carrera ideal consiste en salir a cola de pelotón, tranquilo, para ahorrar el máximo de energía en el primer 400. De esta forma, puede afrontar la última vuelta con varias marchas que le permiten ir regulando los ataques de los rivales y, a la vez, llegar a la recta de meta con fuerzas suficientes para activar un último cambio más. “Hacer esos cambios de ritmo en la parte final no me cuesta. Me sale fácil y es mi punto fuerte, así que lo tengo que aprovechar”, ha comentado.
Toda España y, por supuesto, toda Cantabria estará muy pendiente de los que, a partir de las 15.22 horas, ocurra en el Estadio Olímpico de Tokio. La carrera podrá verse en Teledeporte y Eurosport y el Ayuntamiento de Torrelavega ha decidido proyectarla en los marcadores del pabellón Vicente Trueba para que todos los vecinos que lo deseen puedan disfrutar con su vecino.
Nacido en la ciudad marroquí de Beni Mellal un 26 de septiembre de 2001, Mohamed Attaoui llegó a Torrelavega con solo seis años, dos después de que emigrase su padre para trabajar en la construcción antes de poder darle la oportunidad a su familia -el mediofondista tiene otros cuatro hermanos- de un futuro mejor.
El atletismo no fue lo primero que le encandiló, sino el fútbol. Hasta que empezó a participar en las competiciones de cross en su colegio y el Atletismo Torrelavega, visto su potencial, le echó el lazo. Aunque no fue hasta 2021, seis años después de que su padre falleciese víctima de un cáncer y dejase de correr durante dos años, cuando empezó a tomárselo verdaderamente en serio. Desde entonces, su progreso ha sido exponencial. El discípulo del afamado Thomas Dreissigacker, el hombre que ha afilado los colmillos al cántabro desde su llegada al OAC Europe, asegura que en Tokio ya no le vale solo con participar. Quiere ganar. «¿La final? Será última carrera de la temporada. Saldré a correrla a muerte y a intentar quedar por todo lo alto. Sin miedo y a por todas».